Más allá del impacto económico, financiero, social o político del fútbol, e incluso del interés que haya despertado el balón entre los intelectuales como fuente inspiración, muchos han identificado al fútbol como un arte per se; otra disciplina que conmueve y donde se dan cita las mejores expresiones “artísticas”. El escritor argentino Juan Sasturain ha dicho al respecto: “Tanto la práctica del fútbol como el ejercicio de la literatura, llevados a su grado de excelencia y respeto por los medios y posibilidades, pueden (...) alcanzar el grado de la artisticidad: pueden ser un arte, no sólo una actividad reglada por la eficacia o un trabajo marcado por la recompensa. El manejo de la pelota como el del lenguaje –puestos en buenos pies y manos– son un desafío a la creatividad y de ahí, de esa tensión por encontrar una forma original, cada vez única, para resolver dificultades expresivas, puede saltar la belleza. Ambas actividades tienen en común su condición de juego en tanto desafío, actividad en el fondo inmotivada, asunción de un riesgo y entrega personal”[1].
Las explicaciones pueden ser diversas: “El fútbol es considerado un juego con arte (…) porque es inspiración y ésta es una facultad de los artistas (…). Hay acciones en el terreno de juego que son consideradas como verdaderas obras de arte, que hacen que el ser humano disfrute, se recree, produciendo placer, gozo y alegría”[2]. Según el uruguayo Eduardo Galeano, “el fútbol (…) es una alegría de los ojos que lo miran; es un espectáculo de rara belleza, una combinación de danza con pelota, de alta hermosura”[3]. Para el filósofo francés Edgar Morin, “no veo el fútbol como una forma de alienación moderna, sino como una especie de poesía colectiva”. El poeta Luis García Montero ha dicho: “El fútbol es un deporte, es un negocio, pero tiene algo de belleza. Siempre lo comparo con el arte porque el arte nos enseña las reglas de juego de la vida. Si uno comprende lo que significa el amor, el odio, la muerte o la relación con los demás, uno vive la vida más intensamente... y las reglas nos las enseña el arte. Y eso ocurre también con el deporte, porque el que conozca las reglas del fútbol disfruta mucho del espectáculo que ve y puede apreciar la belleza del fútbol”[4]. Alfredo Di Stéfano también explica las grandezas artísticas de este deporte: “El fútbol y el ballet tienen muchísimas cosas en común (…). Aunque a menudo se acuse al fútbol de ser un deporte poco natural al no utilizar las manos, tiene algo artístico y requiere cierta alma poética. Reducir el fútbol a patear un balón es, ante todo, una muestra de ignorancia”.
La principal aportación “artística” del fútbol reside en que, a diferencia de los demás deportes –de ahí su dificultad y grandeza–, se juega con el pie, lo que requiere una gran habilidad. Con las manos hacemos prácticamente todo: escribimos, pintamos, cocinamos... Existe una predisposición natural a utilizar esta parte del cuerpo en la mayoría de las actividades. Cualquier práctica deportiva que se realice con la mano –más allá de la necesaria destreza para la perfección de todo tipo trabajo– resulta a priori más accesible. El uso del pie, por el contrario, está más restringido, con lo que su manejo presenta más problemas. La Saeta Rubia así lo señala: “El fútbol es el deporte rey porque es contra natura. Hay que jugar de la cintura para abajo. Uno piensa con la cabeza y tira con la pierna. Complicado. La mano, nada. Y con la mano es muy fácil, aunque todos los juegos son difíciles y hay que saber jugar, pero con la mano es más natural; nacemos y con la mano cogemos el biberón, la teta de la mama. Todo se hace con la mano. Con las piernas, la gente acaba acostumbrándose, porque si desde pequeño te gusta el fútbol, enseguida le pegas las primeras patadas al balón. Por eso parece natural, pero no lo es”[5].
Esta dificultad en el manejo del esférico ha hecho que muchos jugadores hayan sido calificados como “poetas del balón”. El francés Zinedine Zidane es uno de los que más elogios “artísticos” ha recibido. Futbolista “superclase”, su forma de acomodar el balón al césped, su habilidad para hacer la roulette –pisa la pelota con un pie y se la lleva con el otro al mismo tiempo que gira el cuerpo–, y su precisión en la amortiguación en medio de una jungla de jugadores han despertado en muchas ocasiones el suspiro del público: “La persona que enseña una ciencia, un arte o un oficio es un maestro. Zidane domina un arte que es el fútbol y por eso tiene ganado ese título”[6]. Pelé dijo de él: “Simplemente, el maestro. Es el mejor futbolista del mundo en la última década”. El diario británico The Times se refería al francés así: “Da la impresión de poder montar en el metro en hora punta con un traje blanco y salir sin mancharse lo más mínimo”.
Como jugador “cinco estrellas” colecciona epítetos. Se han dicho muchas cosas de él; casi todas tienen que ver con su facilidad para hacer del manejo del balón un arte: “Zinedine es un elefante (está por encima de los ochenta kilos) con el cerebro de una bailarina. Su andar es pesado, pero sus decisiones son ágiles. Es uno de los jugadores que más placer me da observar”[7]; y también: “Hay partidos que son aburridos porque tienen poca velocidad y otros son caóticos porque tienen un exceso de velocidad (…); el único reloj que da la hora justa es el de Zidane”[8]. Igualmente se ha dicho: “Zizou es la cima estética de un siglo de fútbol. La síntesis entre la armonía de los jugadores danubianos (húngaros) de los años 50, la artimaña de los argentinos, la técnica brasileña. Cuando (…) le vi hacer la roulette en plena área, he vuelto a ver al Pelé de 1970 contra Uruguay, cuando engañó a Mazurkiewick con un pase de la muerte en horizontal”.
Algunos le han dado el calificativo como El Cisne: “El cisne es un ave fuerte y grácil al mismo tiempo, tan recia como elegante. Nada con suavidad sobre las aguas y vuela desdeñoso y seguro de sí mismo sobre los aires. Como Zidane sobre el césped (…). El fútbol es un juego que sabe a arte, a ballet, a coros acompañando la danza, como una pequeña ópera en la que el público también forma parte de la representación con sus cantos. Vuela el balón hacia los dominios de Zidane, que está pegado a la banda y acosado por tres defensas. Es un pase imposible. Pero El Cisne alza la pierna con la naturalidad de quien se sabe un genio y el balón queda muerto bajo sus pies”[9]. Cuando anunció su retirada, la prensa fue unánime: “El fútbol está de luto” o “El artista deja el pincel”, fueron sólo dos de los titulares que rindieron homenaje a Monsieur Zidane.
[1] Juan Sasturain, http://www.literaturas.com/.
[2] Fútbol: ciencia, arte o empresa, Antonio García, http://www.enlajugada.com/.
[3] Entrevista a Eduardo Galeano, en Marca, miércoles 3 de enero de 2002, www.marca.com.
[4] Entrevista a Luis García Montero, Patricia Alcubilla, 21 de febrero de 2008, www.realmadrid.com/articulo/corazon_blanco_47265.htm.
[5] Alfredo Di Stéfano. El Pura Sangre, S. Alameda, El País Semanal, 2000, págs. 12–22.
[6] El Madrid del «maestro», Luis Villarejo, Marca, viernes 14 de diciembre de 2001, p. 3.
[7] El falso lento, Jorge Valdano, El País, martes 10 de julio de 2001, p. 39.
[8] El fútbol es Zidane, Jorge Valdano, El País, martes 10 de julio de 2001, p. 39.
[9] Zinedine Zidane. El señor del viento, Javier Reverte, en Semanal ABC Blanco y Negro, nº 70, 3 de marzo de 2002, págs. 40–41.
2 comentarios:
Quizás Zidane fue el más grande. Todo en él era arte.
Saludos
@fernando lópez fernández. grata sorpresa verte también por aquí ;) Valdano dijo en cierta ocasión: "Al hablar de Zidane sólo surge una duda, saber si es mejor jugador o persona". En cierta ocasión escribí un artículo en el Cinco Días titulado: "Zinedine Zidane y el adiós del directivo": http://www.fenomenodefenomenos.com/prensa/articulos_de_interes.pdf (página 6). Un abrazo
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