Mucho se viene debatiendo últimamente sobre si el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, dará el salto a la política y, en su caso, si ese salto será exitoso. Su mandato se acaba y muchas voces apuntan hacia dónde se dirigirá el mandatario culé. En "Fútbol: Fenómeno de Fenómenos", en el capítulo "Fútbol y política", dedico un apartado con el título: "El fútbol como trampolín para el salto a la política". A lo largo de la historia, el fútbol ha servido para catalpultar a dirigentes futbolísticos a la esfera política. Reproduzco el epígrafe citado:
La atención que recibe el fútbol por parte de la opinión pública otorga una popularidad difícilmente alcanzable por otros cauces. Esa omnipresencia del balón en los medios se intenta rentabilizar a través de diferentes vías. Una de ellas es la política: “Los políticos tratan de meterse dentro del fútbol porque saben que es un deporte que arrastra multitudes, y se ve como un buen sitio donde encontrar votos”[1].
La visibilidad que suministra el fútbol hace que resulte difícil resistirse a estar al frente de una entidad deportiva: “El más pequeño responsable de un club pesa socialmente más que la más alta autoridad, y su capacidad de movilizar masas es muy superior”[2]. Ramón Mendoza dijo en su día que ser presidente del Real Madrid era más que ser ministro de la nación.
En muchos casos la estrategia pasa por instalarse en la presidencia de un club antes de emprender el camino hacia la política. Gabriel García Márquez dijo con ocasión del Mundial de Francia 98: “El fútbol es en Colombia un instrumento para conquistar el poder”.
Silvio Berlusconi llegó al Associazione Calcio Milán en el año 1986. Pronto procuró incorporar a la entidad a los mejores jugadores del momento. La llegada de nuevos talentos –Ruud Gullit, Marco Van Basten, o Fran Rijkaard, entre otros, todos ellos dirigidos por la batuta de Arrigo Sacchi– importados la mayoría del Ajax de Ámsterdam, dieron un nuevo aire al equipo y le dotaron de la estructura necesaria para hacer cosas importantes. Enseguida, el equipo lombardo comenzó a gobernar en Europa sin oposición alguna. Fue intratable y hoy día se le sigue siendo recordado como uno de los mejores equipos del fútbol contemporáneo. “Así se juega en el paraíso”, calificaba con un titular la Gazzeta dello Sport refiriéndose al equipo italiano.
En 1989 y 1990, el Milán se alzó con el prestigioso título de la Champions League, trofeos que fueron seguidos de sendas Copas Intercontinentales, además de dos Supercopas de Europa y otros tantos scudettos (1988, 1992, 1993, 1994): “De Silvio Berlusconi pueden decirse muchas cosas buenas. Nunca ha sido procesado por homicidio. Ama tiernamente a su madre. Cuenta historias divertidísimas. Toca un poco el piano. Pero si hubiera que elegir una sola de sus cualidades, habría que hablar del Milán. Berlusconi tiene un equipo de fútbol estupendo, el mejor de Italia, sin ninguna duda, y uno de los mejores del mundo”[3].
Una vez proyectada la imagen deseada, Berlusconi dio el “salto” a la política desde el “trampolín” del fútbol. En diciembre de 1993, creó un nuevo movimiento político con el nombre de Forza Italia (FI) –grito que los aficionados italianos entonan en los partidos de la escuadra azzurra– se alió con la regionalista Liga Norte y la neofascista Alianza Nacional para formar Polo de la Libertad (PL), y acudir conjuntamente a las elecciones generales de marzo de 1994.
Con la ayuda de Publitalia, empresa perteneciente a su grupo de empresas, abordó la estrategia electoral. Su lema, convincente y rotundo: “Haremos de Italia lo mismo que del Milán”. Berlusconi conocía la popularidad que el club rossonero había alcanzado gracias a sus éxitos deportivos: “Cuando la gente piensa en Italia, después de la mafia y la pizza, lo primero que les viene a la mente es el Milán”.
La rentabilidad electoral no se hizo esperar. En los comicios del 27 y 28 de marzo, el PL obtuvo el 42,9% de los votos y 366 de los 630 escaños de la Cámara de Diputados, frente al 34,4% y los 213 escaños de la Alianza Progresista encabezaba por el ex comunista Partido Democrático de la Izquierda (PDS). Forza Italia de Il Cavaliere, por su parte, logró el 21% de los votos y 148 escaños, que con los de sus aliados, formó gobierno en mayo con él como primer ministro.
Desde 1995, Mauricio Macri es presidente del Club Atlético Boca Juniors, uno de los dos clubes de fútbol más importantes de la República Argentina, cargo en el que fue reelegido en 1999, con más el 84% de los sufragios, y del que volvió a salir triunfador en diciembre de 2003.
Durante estos años, Boca Juniors ganó numerosos títulos. En el apartado internacional, los logros fueron notables: cuatro Copa Libertadores (2000, 2001, 2003, 2007), dos Copas Intercontinentales (2000, 2003) y dos Copas Sudamericanas (2004, 2005),
El éxito en la gestión del club azul y oro catapultó a Mauricio Macri a la primera página del ojo público y le abrió las puertas de la política. Macri manifestó entonces su compromiso con la ciudad y se lanzó a un nuevo desafío: convertir a Buenos Aires en el motor del progreso y desarrollo del país: “Hay otra mucha gente que tiene más talento que yo, pero ellos no tienen la visibilidad que provee el fútbol”.
En 2003, año en que la economía argentina pasaba por momentos delicados y Macri había obtenido un alto reconocimiento como gestor de éxito, el ingeniero –hijo de Franco Macri, uno de los empresarios más emblemáticos del país en los 90– hizo su primera incursión en el terreno político presentando su candidatura a las elecciones a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el partido Compromiso para el Cambio. La finalidad era exportar su modelo de gestión profesional que había implantado en Boca a la dirección de la ciudad.
La presencia del mandatario de Boca hizo que las elecciones “municipales” adquirieran la trascendencia y cobertura de unas elecciones “estatales”. El “Berlusconi argentino”, como fue definido por El Gráfico, no ganó, pero sus resultados fueron muy destacados. En la primera vuelta de los comicios, el 24 de agosto, fue el candidato más votado, obteniendo un 37% de los votos, 3 puntos porcentuales más que su máximo competidor Aníbal Ibarra, líder de Fuerza Porteña. En la segunda vuelta, ibarristas y macristas se veían las caras de nuevo. Aunque estuvo muy disputada, no corrió la misma suerte y perdió por 6 puntos de diferencia, 53% frente a 47%, pero dejaba patente el apoyo que había obtenido por la ciudadanía. La victoria se ponía de lado de Anibal Ibarra, pero aquella primera toma de contacto le sirvió para conocer de primera mano los entresijos de la vida política.
Cuatro años después, Macri volvía a intentarlo. La experiencia acumulada fue suficiente para hacerse con la alcadía de Buenos Aires. Con el 61% de respaldo, el 24 de junio de 2007, Macri, de 48 años, derrotaba al candidato oficialista, el Ministro de Cultura Daniel Filmus, y pasaba a convertirse en el referente de la oposición al Gobierno de Néstor Kirchner[4]. Así lo titulaba un diario internacional: “La presidencia de Boca Juniors le convirtió en uno de los hombres más populares de Argentina. A partir de diciembre [el día 10] será el alcalde de Buenos Aires, un excelente trampolín para dar el salto a la Casa Rosada”[5].
En nuestro país, Jesús Gil y Gil accedió primero a la presidencia del Club Atlético de Madrid en el año 1987 y cuatro años más tarde, en 1991, se convertía en Alcalde de Marbella.
Llegó a las filas del club colchonero –del que era socio desde 1981 (número 16.386) y miembro de la Junta Directiva desde 1984– después de ganar las elecciones a la presidencia el 26 de junio de 1987 –6.219 votos frente a los 3.465 del ex–ministro Sánchez de León– convirtiéndose en el vigesimotercer mandatario de la entidad.
En el plano deportivo y con Paulo Futre procedente del Oporto como bandera, Gil consiguió en 1991 su primer título, la Copa del Rey, al imponerse en la final por 1 gol a 0 al Mallorca en el tiempo extra. En la temporada 1991/92 volvió a ganar la Copa, ésta vez contra su eterno rival, el Real Madrid, después de ganar por 2–0 en el Bernabéu.
Se convirtió en dueño del club tras su transformación en sociedad anónima deportiva después de reunir 2.061 millones de pesetas que evitaron el descenso del club a Segunda División B. Como figura salvadora del club, alcanzó una gran popularidad. Fundó entonces el Grupo Independiente Liberal (GIL), con el que ganó por mayoría absoluta en sus primeras elecciones municipales a la alcaldía de Marbella el 26 de mayo de 1991, obteniendo 19 de las 25 concejalías posibles.
En la temporada 1995/96, el Atlético hizo la mejor campaña en sus 102 años de existencia y conquistó el “doblete” al sumar los títulos de Liga y Copa con Radomir Antic como entrenador. El éxito incrementó su notoriedad –“con la popularidad que tengo podría ser Dios”, llegó a decir[6]– que fue refrendada de nuevo en las urnas en otras tres ocasiones más, todas ellas por mayoría absoluta.
En 1999, el GIL obtuvo el 52,3% de los votos y 15 concejales; y en los comicios celebrados el 25 de mayo de 2003, la fuerza política[7] alcanzó 15 de las 27 concejalías de la Corporación Marbellí. Pero su trayectoria política no solo tuvo resultados en el Ayuntamiento marbellí. También en Ceuta, en 1999, obtuvo resultados destacables al ser la fuerza política más votada con el 38,62% de los sufragios y 12 escaños –de 25– de representación en el municipio ceutí.
Jesús Gil fallecía a consecuencia de un infarto cerebral el 14 de mayo de 2004 a los 71 años de edad, de los cuales dedicó 11 a la alcadía del municipio andaluz y 16 a la presidencia del Atlético. En ese periodo ganó 1 Liga, 3 Copas, tuvo 26 entrenadores y realizó 144 fichajes por los que desembolsó 250 millones de euros.
Dicho esto: ¿Qué cabe esperar del actual presidente del Barça en los próximos años?
La atención que recibe el fútbol por parte de la opinión pública otorga una popularidad difícilmente alcanzable por otros cauces. Esa omnipresencia del balón en los medios se intenta rentabilizar a través de diferentes vías. Una de ellas es la política: “Los políticos tratan de meterse dentro del fútbol porque saben que es un deporte que arrastra multitudes, y se ve como un buen sitio donde encontrar votos”[1].
La visibilidad que suministra el fútbol hace que resulte difícil resistirse a estar al frente de una entidad deportiva: “El más pequeño responsable de un club pesa socialmente más que la más alta autoridad, y su capacidad de movilizar masas es muy superior”[2]. Ramón Mendoza dijo en su día que ser presidente del Real Madrid era más que ser ministro de la nación.
En muchos casos la estrategia pasa por instalarse en la presidencia de un club antes de emprender el camino hacia la política. Gabriel García Márquez dijo con ocasión del Mundial de Francia 98: “El fútbol es en Colombia un instrumento para conquistar el poder”.
Silvio Berlusconi llegó al Associazione Calcio Milán en el año 1986. Pronto procuró incorporar a la entidad a los mejores jugadores del momento. La llegada de nuevos talentos –Ruud Gullit, Marco Van Basten, o Fran Rijkaard, entre otros, todos ellos dirigidos por la batuta de Arrigo Sacchi– importados la mayoría del Ajax de Ámsterdam, dieron un nuevo aire al equipo y le dotaron de la estructura necesaria para hacer cosas importantes. Enseguida, el equipo lombardo comenzó a gobernar en Europa sin oposición alguna. Fue intratable y hoy día se le sigue siendo recordado como uno de los mejores equipos del fútbol contemporáneo. “Así se juega en el paraíso”, calificaba con un titular la Gazzeta dello Sport refiriéndose al equipo italiano.
En 1989 y 1990, el Milán se alzó con el prestigioso título de la Champions League, trofeos que fueron seguidos de sendas Copas Intercontinentales, además de dos Supercopas de Europa y otros tantos scudettos (1988, 1992, 1993, 1994): “De Silvio Berlusconi pueden decirse muchas cosas buenas. Nunca ha sido procesado por homicidio. Ama tiernamente a su madre. Cuenta historias divertidísimas. Toca un poco el piano. Pero si hubiera que elegir una sola de sus cualidades, habría que hablar del Milán. Berlusconi tiene un equipo de fútbol estupendo, el mejor de Italia, sin ninguna duda, y uno de los mejores del mundo”[3].
Una vez proyectada la imagen deseada, Berlusconi dio el “salto” a la política desde el “trampolín” del fútbol. En diciembre de 1993, creó un nuevo movimiento político con el nombre de Forza Italia (FI) –grito que los aficionados italianos entonan en los partidos de la escuadra azzurra– se alió con la regionalista Liga Norte y la neofascista Alianza Nacional para formar Polo de la Libertad (PL), y acudir conjuntamente a las elecciones generales de marzo de 1994.
Con la ayuda de Publitalia, empresa perteneciente a su grupo de empresas, abordó la estrategia electoral. Su lema, convincente y rotundo: “Haremos de Italia lo mismo que del Milán”. Berlusconi conocía la popularidad que el club rossonero había alcanzado gracias a sus éxitos deportivos: “Cuando la gente piensa en Italia, después de la mafia y la pizza, lo primero que les viene a la mente es el Milán”.
La rentabilidad electoral no se hizo esperar. En los comicios del 27 y 28 de marzo, el PL obtuvo el 42,9% de los votos y 366 de los 630 escaños de la Cámara de Diputados, frente al 34,4% y los 213 escaños de la Alianza Progresista encabezaba por el ex comunista Partido Democrático de la Izquierda (PDS). Forza Italia de Il Cavaliere, por su parte, logró el 21% de los votos y 148 escaños, que con los de sus aliados, formó gobierno en mayo con él como primer ministro.
Desde 1995, Mauricio Macri es presidente del Club Atlético Boca Juniors, uno de los dos clubes de fútbol más importantes de la República Argentina, cargo en el que fue reelegido en 1999, con más el 84% de los sufragios, y del que volvió a salir triunfador en diciembre de 2003.
Durante estos años, Boca Juniors ganó numerosos títulos. En el apartado internacional, los logros fueron notables: cuatro Copa Libertadores (2000, 2001, 2003, 2007), dos Copas Intercontinentales (2000, 2003) y dos Copas Sudamericanas (2004, 2005),
El éxito en la gestión del club azul y oro catapultó a Mauricio Macri a la primera página del ojo público y le abrió las puertas de la política. Macri manifestó entonces su compromiso con la ciudad y se lanzó a un nuevo desafío: convertir a Buenos Aires en el motor del progreso y desarrollo del país: “Hay otra mucha gente que tiene más talento que yo, pero ellos no tienen la visibilidad que provee el fútbol”.
En 2003, año en que la economía argentina pasaba por momentos delicados y Macri había obtenido un alto reconocimiento como gestor de éxito, el ingeniero –hijo de Franco Macri, uno de los empresarios más emblemáticos del país en los 90– hizo su primera incursión en el terreno político presentando su candidatura a las elecciones a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el partido Compromiso para el Cambio. La finalidad era exportar su modelo de gestión profesional que había implantado en Boca a la dirección de la ciudad.
La presencia del mandatario de Boca hizo que las elecciones “municipales” adquirieran la trascendencia y cobertura de unas elecciones “estatales”. El “Berlusconi argentino”, como fue definido por El Gráfico, no ganó, pero sus resultados fueron muy destacados. En la primera vuelta de los comicios, el 24 de agosto, fue el candidato más votado, obteniendo un 37% de los votos, 3 puntos porcentuales más que su máximo competidor Aníbal Ibarra, líder de Fuerza Porteña. En la segunda vuelta, ibarristas y macristas se veían las caras de nuevo. Aunque estuvo muy disputada, no corrió la misma suerte y perdió por 6 puntos de diferencia, 53% frente a 47%, pero dejaba patente el apoyo que había obtenido por la ciudadanía. La victoria se ponía de lado de Anibal Ibarra, pero aquella primera toma de contacto le sirvió para conocer de primera mano los entresijos de la vida política.
Cuatro años después, Macri volvía a intentarlo. La experiencia acumulada fue suficiente para hacerse con la alcadía de Buenos Aires. Con el 61% de respaldo, el 24 de junio de 2007, Macri, de 48 años, derrotaba al candidato oficialista, el Ministro de Cultura Daniel Filmus, y pasaba a convertirse en el referente de la oposición al Gobierno de Néstor Kirchner[4]. Así lo titulaba un diario internacional: “La presidencia de Boca Juniors le convirtió en uno de los hombres más populares de Argentina. A partir de diciembre [el día 10] será el alcalde de Buenos Aires, un excelente trampolín para dar el salto a la Casa Rosada”[5].
En nuestro país, Jesús Gil y Gil accedió primero a la presidencia del Club Atlético de Madrid en el año 1987 y cuatro años más tarde, en 1991, se convertía en Alcalde de Marbella.
Llegó a las filas del club colchonero –del que era socio desde 1981 (número 16.386) y miembro de la Junta Directiva desde 1984– después de ganar las elecciones a la presidencia el 26 de junio de 1987 –6.219 votos frente a los 3.465 del ex–ministro Sánchez de León– convirtiéndose en el vigesimotercer mandatario de la entidad.
En el plano deportivo y con Paulo Futre procedente del Oporto como bandera, Gil consiguió en 1991 su primer título, la Copa del Rey, al imponerse en la final por 1 gol a 0 al Mallorca en el tiempo extra. En la temporada 1991/92 volvió a ganar la Copa, ésta vez contra su eterno rival, el Real Madrid, después de ganar por 2–0 en el Bernabéu.
Se convirtió en dueño del club tras su transformación en sociedad anónima deportiva después de reunir 2.061 millones de pesetas que evitaron el descenso del club a Segunda División B. Como figura salvadora del club, alcanzó una gran popularidad. Fundó entonces el Grupo Independiente Liberal (GIL), con el que ganó por mayoría absoluta en sus primeras elecciones municipales a la alcaldía de Marbella el 26 de mayo de 1991, obteniendo 19 de las 25 concejalías posibles.
En la temporada 1995/96, el Atlético hizo la mejor campaña en sus 102 años de existencia y conquistó el “doblete” al sumar los títulos de Liga y Copa con Radomir Antic como entrenador. El éxito incrementó su notoriedad –“con la popularidad que tengo podría ser Dios”, llegó a decir[6]– que fue refrendada de nuevo en las urnas en otras tres ocasiones más, todas ellas por mayoría absoluta.
En 1999, el GIL obtuvo el 52,3% de los votos y 15 concejales; y en los comicios celebrados el 25 de mayo de 2003, la fuerza política[7] alcanzó 15 de las 27 concejalías de la Corporación Marbellí. Pero su trayectoria política no solo tuvo resultados en el Ayuntamiento marbellí. También en Ceuta, en 1999, obtuvo resultados destacables al ser la fuerza política más votada con el 38,62% de los sufragios y 12 escaños –de 25– de representación en el municipio ceutí.
Jesús Gil fallecía a consecuencia de un infarto cerebral el 14 de mayo de 2004 a los 71 años de edad, de los cuales dedicó 11 a la alcadía del municipio andaluz y 16 a la presidencia del Atlético. En ese periodo ganó 1 Liga, 3 Copas, tuvo 26 entrenadores y realizó 144 fichajes por los que desembolsó 250 millones de euros.
Dicho esto: ¿Qué cabe esperar del actual presidente del Barça en los próximos años?
[1] El fútbol: espacio de expresión política, Andrew Poolman, Spanish 490: Senior Departmental Studies, 25 de abril de 2003.
[2] Una religión laica, en Fútbol y pasiones políticas, Manuel Vázquez Montalbán, Debate, 2005, p. 47.
[3] Historias del calcio, Enric González, RBA, 2007, p. 89.
[4] Macri anunciaría que no se presentaría a las elecciones presidenciales de octubre en las que sería elegida la mujer de Kirchner, Cristina Fernández.
[5] Macri. La nueva derecha y el viejo fútbol, de Carmen de Carlos, en Los domingos de ABC, 1 de julio de 2007, págs. 10-11.
[6] En otra ocasión manifestaba: “Mi mayor error ha sido tratar a los jugadores como personas”, 3 de mayo de 1998.
[7] Ya sin Jesús Gil como número uno del partido, debido a su inhabilitación, sería sustituido al frente por Julián Muñoz.
2 comentarios:
Buen resumen de la vida politica relacionada con el mundo del Futbol, lo cierto que yo no soy muy partidario de mezclar ambos mundos, y en el caso de laporta más aun pues el primer paso que veo es el de politizar el club cosa que en el resto de personajes que has comentado no ha sucedido, un cordial saludo y feliz año.
@jairo F.Quindós. gracias x pasar. yo tampoco soy partidario de la mezcla de ambas dimensiones, pero allí donde hay seguimiento masivo de algo hay incentivos para ser utilizado con rédito político. feliz navidad y 2010.
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